El último artículo de Francis Fukuyama publicado en Foreign Affairs (Jan/Feb 2012) contempla no un fin sino un futuro de la historia, planteando un reto intelectual que las sociedades del llamado estado del bienestar deben acometer si no queremos perder los logros de la llamada "democracia liberal". Para ello haría falta una "nueva ideología" en la que los intelectuales de izquierda tienen que entrar si no queremos derivar hacia formas menos amistosas de asociación. Algo va mal hoy, y tiene que ver con el hecho de que la izquierda sigue ausente ante una serie de cambios que se están produciendo en las sociedades occidentales y que están conduciendo a una paulatina desaparición de la clase media y un acrentamiento de las desigualdades sociales.
El llamado problema de la izquierda tiene que ver con su incapacidad para haber sabido entender la evolución que el desarrollo del capitalismo ha tenido sobre todo en el siglo XX. Es lo que se ha llamado "the wrong address theory" por el hecho de que el mensaje marxista acabó desviándose de las clases hacia las naciones, produciéndose ese fenómeno por el que la clase obrera se puso al servicio de los nacionalismos y fascismos de la primera mitad del siglo XX. El hecho es que los análisis marxistas fallaron por varias causas: la situación de vida de la clase obrera fue mejorando hasta el punto de irse fundiendo con la clase media, fenómeno que observamos sobre todo hoy día en que los servicios desplazan a las manufacturas, unido a la emergencia de nuevos grupos de pobres o marginados por debajo de la propia clase industrial: minorias raciales, étnicas, gays, mujeres, etc... Por todo ello la clase obrera se ha convertido en un grupo de interés privado más, con lo que el marxismo se ha ido desvaneciendo y la alternativa democrático-liberal basada en la propiedad privada ha acabado por hacerse universal en lo que Samuel Huntington ha llamado the third wave of global democratization pasándose de 45 democracias electorales en 1970 a 120 a finales de los 90. La idea es que el marxismo no consiguió su utopía porque el capitalismo acabó generando clases medias y no de obreros. El problema actual con la crisis económica y el desarrollo de la tecnología de máquinas inteligentes y la globalización es que el fundamento de esta democracia liberal, las clases medias, acaben desapareciendo concentrándose la riqueza y los beneficios de las nuevas tecnologías en unas pocas manos, fenómeno que en EEUU se ha magnificado desde el 9% PIB en 1970 al 23% en 2007 para el 1% de las familias más ricas. Por lo mismo que la izquierda no supo diagnosticar las evoluciones sociales en las sociedades avanzadas durante el siglo XX , se encuentra ahora muda ante los nuevos cambios sin nada que ofrecer excepto un retorno a ideas trasnochadas de donde el hecho no sorpresivo de una progresiva derechización de la clase media. Tampoco la izquierda nos ofrece una agenda realista que ofrezca alguna esperanza de protección a la clase media. Más bien la izquierda se ha ido diluyendo en una serie de tendencias intelectuales fragmentadas que han obviado el problema económico, como el post-modernismo, multiculturalismo, feminismo, teoría crítica, etc...Ha perdido, en suma, credibilidad, aferrada a un estado de bienestar que se muestra exhausto por grande burocrático e infexible. Y fiscalmente insostenible.
Podemos imaginar en este escenario un mundo de democracias robustas y clases medias saneadas? La nueva ideología debería reafirmar la supremacía de las políticas democráticas sobre las económicas legitimando un nuevo gobierno como expresión del interés público, aunque rediseñando el estado de bienestar. Sin eliminar el capitalismo debería buscarse la alternativa adecuada en la que los mercados no deben ser un fin en sí mismos sino que debe favorecerse el comercio global en la medida en que contribuye al florecimiento de la clase media y no al mero enriquecimiento de la nación por encima de los individuos. Realizando una fuerte crítica del neoliberalismo económico será precisa una síntesis de ideas de izquierda y derecha poniendo coto a las élites que permiten que el beneficio de la mayoría sea sacrificado por el suyo propio.